lunes, 26 de junio de 2017

Poemas de Amor y Desamor # 2

Tus bellos labios acariciaron mi boca
la cual nunca habia sido tocada
te hablo,te miro un soy tonto muchacho
 en busca de un amor no correspondido

Sigo acariciando tu cabecita pequeña
no siento problema, me siento aliviado
persisto en hablarte tu no me respondes literalmente
tomas mi mano señalando un reloj

No creo que sea tan complicado entender el tema de este asunto
el tiempo se acabo para mi no tengo oportunidad
pienso miro despierto veo mi cama 
ojala estuvieses conmigo pero tu me quieres como amigo.

Poemas de Amor y Desamor #1

Cuando veo en el pasado todo el tiempo que gaste
en una adiccion vanal la cual no pude realizar
tus ojos me guiaban en el camino que realize 
el cual no podia terminar solo ayer.

Pienso en ti todos todos los dias 
y sin embargo tu sonrisa era la que llevaba el mando de este navio
el que calló en el borde de un mar sin destino
el que no pudo ser recuperado por un perdon indebido

Finalmente no pienso en nada mas que tu
pero no puedo decir que todo lo que perdi fue en vano
 las mentiras van y vienen el perdon prevalece
 en esta histora en el que el dolor no perdona.

miércoles, 15 de febrero de 2017

La vainilla

Cuenta una antigua leyenda que hace muchos años vivió en Méjico una bella muchacha que pertenecía a una familia muy importante y rica de su ciudad. Tanto era así, que su casa era un palacio en el que gozaba de todas las comodidades y lujos que uno pueda imaginar.

Un día, Xanath, que así se llamaba, salió a pasear y conoció a un guapo joven llamado Tzarahuín. Se trataba de un muchacho pobre que vivía en una cabaña de madera cerca del bosque. Por descontado, su vida sencilla y sin pretensiones no tenía nada que ver con la de ella, que era casi como la de una princesa.



Sin embargo,  ya sabéis que el amor nace de la forma más inesperada: en el momento en que sus miradas se cruzaron por primera vez, se enamoraron perdidamente.

Cada tarde, Xanath se ausentaba de su casa con cualquier excusa y buscaba la manera de encontrarse en un lugar apartado con Tzarahuín. A medida que pasaban los días más se amaban y más deseaban estar juntos a todas horas. Xanath sabía que sus padres jamás aceptarían que se casara con alguien tan humilde que no tenía nada que ofrecerle. La única opción para disfrutar de su amor, era verse a escondidas y en secreto.

Sucedió que una tarde, después de ver a su querido Tzarahuín, Xanath  pasó junto al templo más importante de la montaña. Caminaba despacio, tarareando una linda canción y luciendo una hermosa sonrisa que reflejaba su felicidad. Para su desgracia, uno de los dioses que vivían en el templo la vio y se quedó tan fascinado por su hermosura, que también se enamoró de ella a primera vista.

Era dios de la felicidad, un ser poderoso que, de inmediato, decidió que sería su esposa a toda costa. Sin perder tiempo, salió a su encuentro y empezó a seguirla. Xanath le vio por el rabillo del ojo e intentó esquivar su presencia, pero el dios consiguió cortarle el paso y le propuso matrimonio.

 La joven, asustada, le rechazó ¡Jamás se casaría con otra persona que no fuera su querido Tzarahuín! Pero él insistió e insistió hasta la saciedad ¡No aceptaba un no por respuesta! Xanath se negó una y mil veces y al final, el dios no pudo contener su enfado y la amenazó gritando que algún día, se arrepentiría de haberle tratado tan mal.

La chica regresó a su casa muy sofocada e intentó olvidar lo sucedido. Para nada imaginaba que el dios no iba a rendirse fácilmente. De hecho, en cuanto la perdió de vista, mandó un mensajero a casa de la muchacha e invitó a su padre a visitarle al templo. El viejo se sintió muy feliz y halagado de que una divinidad tan importante quisiera conocerle y acudió a la cita vestido con sus mejores galas.

El dios de la felicidad pretendía hacer amistad con él para ganarse su confianza, así que le trató como a un rey y le colmó de regalos. Antes de despedirse, cuando ya lo tenía engatusado, le pidió la mano de Xanath. El hombre, muy emocionado, no lo dudó y prometió que su preciosa  hija se casaría con él.

Al día siguiente, fue el dios quien se presentó en casa de la muchacha. El padre le recibió con alegría y la mandó llamar. Xanath bajó la escalinata y estuvo a punto de desmayarse cuando vio que el dios estaba allí porque seguía empeñado en casarse con ella. Desesperada, se echó a llorar y no quiso ni dirigirle la palabra.

El dios, enfurecido, empezó a maldecir y juró que si no se casaba con él no se casaría con nadie  ¡Estaba que se subía por las paredes! Levantó la mano y le lanzó un conjuro que la transformó para siempre en una preciosa flor de suaves y delicados pétalos amarillos ¿Sabéis cómo se llama esa flor? Su nombre es vainilla.

Desde entonces, esta planta de la familia de las orquídeas, se encuentra en muchos lugares del mundo. De sus vainas se extrae la esencia que utilizamos para hacer los postres y helados que tanto nos gustan a niños y mayores.

¿Crees que te acordarás de la conmovedora historia de Xanath cada vez que pruebes su  dulce y delicioso sabor?…


martes, 14 de febrero de 2017

La leyenda del múcaro


Cuenta la leyenda que aunque han pasado muchos años, todavía hoy en día las aves de la isla de Puerto Rico buscan al búho ladronzuelo para pedirle que devuelva las plumas a sus legítimos dueños, pero el múcaro se esconde muy bien y ya sólo de noche para que nadie le encuentre.Cuento La leyenda del múcaro

En el inmenso planeta azul en que vivimos hay muchos tipos de búhos. Uno de los más curiosos y cantarines es el múcaro, que es como se conoce a un ave pequeña de ojitos redondos  que únicamente habita en los bosques de la isla de Puerto Rico.
El múcaro tiene una particularidad muy especial: durante el día se esconde y solo se deja ver por las noches ¿Quieres saber por qué?
Cuenta una vieja leyenda de esta isla caribeña que hace mucho, mucho tiempo, en el bosque    se celebraban fiestas muy divertidas en las que todos los animales se reunían para cantar, bailar y pasárselo fenomenal.
Cada vez que había un festejo, las diferentes especies se turnaban para organizar los múltiples preparativos necesarios para que todo saliera perfecto. En cierta ocasión este gran honor recayó en las aves.
Todos los pájaros, del más grande al más chiquitín, se reunieron en asamblea con el objetivo de distribuir el trabajo de manera equitativa. Como lo más importante era que las invitaciones llegaran con bastante tiempo de antelación, acordaron enviar como mensajera a la rápida y responsable águila de cola roja.
Encantada de ser la elegida, el águila de cola roja fue casa por casa entregando las tarjetas. A última hora llegó al árbol donde vivía el múcaro, y para su sorpresa, se encontró al pobre animalito totalmente desnudo.
El águila de cola roja se extrañó muchísimo y sintió un poco de apuro que trató de disimular.
– ¡Buenos días, amigo múcaro! Vengo a traerte la invitación para la próxima fiesta de animales.
El múcaro reaccionó con poco entusiasmo y ni siquiera se molestó en leerla
– ¡Ah, ya veo!… Déjala por ahí encima.
El águila de cola roja creyó oportuno interesarse por él.
– Perdona la indiscreción, pero veo que estás desnudo ¿Acaso no tienes ropa que  ponerte?
El mucarito se sonrojó y completamente avergonzado, bajó la cabeza.
– No, la verdad es que no tengo nada, ni un simple jersey… Lo siento mucho, pero en estas condiciones no podré acudir a la verbena.
El águila de cola roja se quedó tan impactada que no supo ni qué decir. Hizo un gesto de despedida y con el corazón encogido remontó el vuelo. Nada más regresar convocó una reunión de urgencia para relatar a los demás pájaros la lamentable situación en que se encontraba el pequeño búho.
– ¡Tenemos que hacer algo inmediatamente! ¡No podemos permitir que nuestro amigo se pierda la fiesta solo porque no la ropa adecuada!
Una cotorra verde de pico color marfil fue la primera en manifestarse a favor del múcaro.
– ¡Claro que sí, entre todos le ayudaremos! Escuchad, se me ocurre algo: cada uno de nosotros nos quitaremos una pluma, juntaremos muchas, y se las daremos para que se haga un traje a medida. La única condición que le pondremos es que cuando la fiesta termine tendrá que devolver cada pluma a su propietario ¿Qué os parece?
Si algo caracteriza a las aves es la generosidad, así que la cotorra no tuvo que insistir; sin más tardar, todos los pájaros fueron arrancándose con el pico una plumita del pecho. Cuando habían reunido unas cincuenta, el águila de cola roja las metió en un pequeño saco  y se fue rauda y veloz a casa del múcaro.
– ¡Toma, compañero, esto es para ti!  Entre unos cuantos amigos hemos juntado un montón de plumas de colores para que te diseñes un traje bonito para ir a la fiesta.
El múcaro se emocionó muchísimo.
– ¿De veras?… ¡Pero si son preciosas!
– ¡Sí lo son! Puedes utilizarlas como quieras pero ten en cuenta que tienen dueño y tendrás que devolverlas cuando termine la fiesta ¿De acuerdo?
– ¡Oh, por supuesto! ¡Muchas gracias, es un detalle precioso! ¡Ahora mismo me pongo a coser!
El múcaro cogió aguja e hilo y durante una semana trabajó sin descanso en el corte y confección de su traje nuevo.  Se esforzó mucho pero mereció la pena porque, la noche de la  fiesta, estaba perfectamente terminado. Se lo puso cuidadosamente y cómo no, se miró y remiró en el espejo.
– ¡Caray, qué bien me queda! ¿Son imaginaciones mías o es que estoy increíblemente guapo?
No, no eran imaginaciones suyas, pues en cuanto apareció en el convite, su aspecto causó verdadera sensación. Muchos animales se acercaron a él para decirle que parecía un auténtico galán y las hembras de todas las especies se quedaron prendadas de su elegancia. El múcaro estaba tan orgulloso y se sentía tan atractivo, que se dedicó a pavonearse por todas partes, asegurándose  de que su glamour no pasaba desapercibido para nadie.
Vivió una noche auténticamente genial, charlando, bailando y comiendo deliciosos canapés ¡Hacía años que no disfrutaba tanto! Pero nada es eterno y cuando la fiesta estaba llegando a su fin, empezó a agobiarse. Sabía que se acercaba la hora de devolver las plumas y le daba muchísima rabia. Ahora que tenía una ropa tan bonita y que le sentaba tan bien ¿cómo iba a desprenderse de ella?
Los invitados comenzaron a irse a sus casas y pensó que pronto no quedaría nadie por allí. En un arrebato de egoísmo e ingratitud, decidió que lo mejor era escabullirse por la puerta de atrás sin devolver las plumas. Miró a un lado y a otro con disimulo, se dirigió a la salida sin llamar la atención, y se internó en el bosque.
Poco después, la orquesta dejó de tocar y los camareros comenzaron a recoger las bandejas de pasteles donde ya solo quedaban las migas ¡La fiesta se daba por terminada!
Los pájaros que habían cedido sus plumas tan generosamente buscaron al múcaro por todas partes, pero enseguida se dieron cuenta de que el muy pillo se había esfumado. Esperaron un par de horas a que volviera e incluso alguno salió en su busca, pero nadie fue capaz de localizarle, ni siquiera en su hogar, cerrado a cal y canto.  Del múcaro, nunca más se supo.

martes, 27 de diciembre de 2016

Vencer a uno mismo

Para muchos la vida es una carrera sin fin. Pero, ¿para llegar a dónde? Esa es la pregunta que pocos se hace y mucho menos se responden. Tal vez sobre este tema quiso hablar el afamado escritor danés Hans Christian Andersen, quien tuvo que afrontar no pocos obstáculos en su vida. Una familia pobre, una madre alcohólica, la muerte temprana de su padre, una homosexualidad reprimida e innumerables desencantos amorosos marcaron su vida y, por supuesto, su literatura.
A pesar de que Hans Christian Andersen escribió cuentos para niños, sus obras cuentan con una significación que perfectamente puede hacer pensar a los adultos. Será por eso que aun hoy, varios siglos después de la publicación de  El patito feo, La sirenita o Los corredores, dichos textos siguen estando en la preferencia de muchos. Es por ello que son considerados como clásicos de la literatura mundial, no solo danesa.
Para hablar sobre el deseo insaciable de algunos, Hans Christian Andersen se valió de una fábula. Las fábulas son aquellas narraciones que cuentan con animales en los papeles protagónicos. Estos tienen características muy parecidas a las de los hombres, sobre todo de carácter. Casi siempre sus problemas o conflictos se asemejan a las de los seres humanos.
En el cuento que nos ocupa los animales del bosque discutían sobre quién de ellos merecía el primer y el segundo premio por ser los animales más veloces. Ellos no competían en una carrera puntual, sino que el premio se daba por el desempeño de todo un año. Como les decía, las fábulas tratan, en realidad, sobre los hombres. ¿Cuántas veces hemos estado ante este tipo de situaciones, donde debemos ser evaluados por un periodo de tiempo muy largo? Casi siempre este tipo de situaciones genera tensión entre los evaluados y los evaluadores. Este fue el caso de los animales del cuento de  Hans Christian Andersen. Cada uno de ellos creía que se merecía el premio por una razón distinta a sus compañeros. La vida es de la misma manera, cada ser humano se cree con el derecho a ser reconocido por sus supuestos méritos, desestimando –casi siempre- los de sus semejantes.
Por ejemplo, la liebre creía ser la más rápida porque ella alcanzaba una velocidad muy grande al correr entre los árboles. La babosa, que también quería sobresalir, alegó que era ella la ganadora porque había invertido casi todo su tiempo en llegar a la meta. Su tesón era más importante que la rapidez de la liebre. Por otro lado, la golondrina, con su vuelo nervioso, intervino en el arbitraje argumentando que ella era la más rápida volando entre las nubes.
Pero no se crean que son solo los participantes quienes tienen criterios contradictorios, injustos y hasta egoístas. También los jurados tienen su subjetividad y comenten errores. O mejor dicho, arbitran según sus criterios personales.  Este fue el caso del burro, quien pensaba que el ganador debía ser aquel que mayor peso llevara encima. Siendo el burro un cuadrúpedo tan pesado, es lógico que lo dijo desde su punto de visto. Además, el burro habló de la belleza de los competidores y cuán importante era este aspecto para validarlos como competidores.
Otro árbitro que intervino fue el viejo mojón del bosque. En su papel de jefe de los árbitros de la competencia, dijo que su criterio se basaba en el orden alfabético de los nombres de los competidores. Este criterio es tan absurdo como obsoleto, pues la calidad de nadie se puede medir por su nombre, sino por su talento.
El cierre del cuento encierra una moraleja muy buena, pues el autor intenta también, dar su propuesta de ganador. Para él todos los son, en la medida de que disfruten de sus habilidades. Esa es una buena postura para adoptar en el futuro. No todo se trata de competir y ganarle a otros. Más bien se trata de vencer nuestras propias limitaciones.


Cuento completo de Hans Christian Andersen
LOS CAMPEONES DE SALTO
La pulga, el saltamontes y el huesecillo saltarín apostaron una vez a quién saltaba más alto, e invitaron a cuantos quisieran presenciar aquel campeonato. Hay que convenir que se trataba de tres grandes saltadores. – ¡Daré mi hija al que salte más alto! -dijo el Rey-, pues sería muy triste que las personas tuviesen que saltar de balde. Presentóse primero la pulga. Era bien educada y empezó saludando a diestro y a siniestro, pues por sus venas corría sangre de señorita, y estaba acostumbrada a no alternar más que con personas, y esto siempre se conoce. Vino en segundo término el saltamontes. Sin duda era bastante más pesadote que la pulga, pero sus maneras eran también irreprochables; vestía el uniforme verde con el que había nacido. Afirmó, además, que tenía en Egipto una familia de abolengo, y que era muy estimado en el país. Lo habían cazado en el campo y metido en una casa de cartulina de tres pisos, hecha de naipes de color, con las estampas por dentro. Las puertas y ventanas habían sido cortadas en el cuerpo de la dama de corazones. – Sé cantar tan bien -dijo-, que dieciséis grillos indígenas que vienen cantando desde su infancia – a pesar de lo cual no han logrado aún tener una casa de naipes -, se han pasmado tanto al oírme, que se han vuelto aún más delgados de lo que eran antes. Como se ve, tanto la pulga como el saltamontes se presentaron en toda forma, dando cuenta de quiénes eran, y manifestando que esperaban casarse con la princesa. El huesecillo saltarín no dijo esta boca es mía; pero se rumoreaba que era de tanto pensar, y el perro de la Corte sólo tuvo que husmearlo, para atestiguar que venía de buena familia. El viejo consejero, que había recibido tres condecoraciones por su mutismo, aseguró que el huesecillo poseía el don de profecía; por su dorso podía vaticinarse si el invierno sería suave o riguroso, cosa que no puede leerse en la espalda del que escribe el calendario. – De momento, yo no digo nada -manifestó el viejo Rey-. Me quedo a ver venir y guardo mi opinión para el instante oportuno. Había llegado la hora de saltar. La pulga saltó tan alto, que nadie pudo verla, y los demás sostuvieron que no había saltado, lo cual estuvo muy mal. El saltamontes llegó a la mitad de la altura alcanzada por la pulga, pero como casi dio en la cara del Rey, éste dijo que era un asco. El huesecillo permaneció largo rato callado, reflexionando; al fin ya pensaban los espectadores que no sabía saltar. – ¡Mientras no se haya mareado! -dijo el perro, volviendo a husmearlo. ¡Rutch!, el hueso pegó un brinco de lado y fue a parar al regazo de la princesa, que estaba sentada en un escabel de oro. Entonces dijo el Rey: – El salto más alto es el que alcanza a mi hija, pues ahí está la finura; mas para ello hay que tener cabeza, y el huesecillo ha demostrado que la tiene. A eso llamo yo talento. Y le fue otorgada la mano de la princesa. – ¡Pero si fui yo quien saltó más alto! -protestó la pulga-. ¡Bah, qué importa! ¡Que se quede con el hueso! Yo salté más alto que los otros, pero en este mundo hay que ser corpulento, además, para que os vean. Y se marchó a alistarse en el ejército de un país extranjero, donde perdió la vida, según dicen. El saltamontes se instaló en el ribazo y se puso a reflexionar sobre las cosas del mundo; y dijo a su vez: – ¡Hay que ser corpulento, hay que ser corpulento! Luego entonó su triste canción, por la cual conocemos la historia. Sin embargo, yo no la tengo por segura del todo, aunque la hayan puesto en letras de molde.

lunes, 26 de diciembre de 2016

La araña viajera

Dicen que las cosas que nos ocurren en la niñez las recordamos toda la vida, nos marcan de maneras que muchas veces ni sospechamos. Nuestros primeros amigos, nuestro primer amor, la relación con nuestros seres queridos… todo esto nos influye consciente o inconscientemente. Seguramente ese fue el caso del niño del cuento que les hago a continuación.
El niño de este cuento era muy pobre, pero le gustaba la escuela. Cada día se levantaba y salía corriendo a ver a su maestro, no sin antes darle un beso a su madre. Él sabía que la escuela es muy importante, porque allí aprendemos cosas que luego nos servirán para vivir mejor.
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Pero la vida a veces es muy complicada y no nos pone las cosas fáciles. El niño de este cuento era muy inteligente y trabajador, pero también era muy pobre. Por lo tanto, tenía poca ropa. De hecho, solo poseía un abrigo para ir a la escuela. Como usaba su abrigo todos los días, en un momento este se rompió y el niño se percató enseguida de que tenía un hueco enorme en una magna. Era un niño muy presumido, que se avergonzó terriblemente de su desaliño. Se sintió inferior a sus compañeros por su abrigo roto. No era para menos, los niños pueden ser muy crueles en sus comentarios y el protagonista de nuestra historia temía ser el hazme reír de sus colegas del colegio. Se sentó en el aula intentando aparentar normalidad, pero le fue imposible atender a las materias que el profesor impartía. Su mente se hallada justo en su costado, en el hueco enorme que había en su abrigo desteñido por el sobre uso.
Cuando llegó a casa, el niño corrió a ver a su mamá. Normalmente son estas quienes nos ayudan con los deberes, y también con las mangas descosidas. Pero el niño de este cuento tenía una madre que estaba muy ocupada trabajando de sol a sol. A las madres pobres les suele ocurrir que descuidan la crianza de sus propios hijos porque la carga de trabajo es demasiada para ellas. Como ella se pasaba el día trabajando en otra casa que no era la suya, casi nunca podía dedicarle el tiempo y la atención que su pequeño necesitaba.


El niño no se desanimó y les pidió apoyo a sus amigas del aula, pero estas tampoco fueron de mucha ayuda porque tenían sus propios problemas por resolver. A veces estamos tan acorralados por nuestros propios pensamientos, que nos olvidamos de que tenemos personas a nuestro alrededor. Ellos y ellas también necesitan de nuestra ayuda. Es increíble cómo podemos ayudar con una sonrisa o un buen gesto, no siempre se trata de prestar dinero.
Cuando el muchacho pidió socorro a su madre, a sus amigas y a las mujeres mayores que estaban a su alrededor y ninguna pudo tenderle una mano, el muchacho se descorazonó. En un acto desesperado corrió al bosque porque sentía tanta vergüenza que no podía regresar al aula. Cuando se adentró en el bosque, siguió corriendo hasta que el cansancio le hizo detenerse y agotado tirarse al suelo a descansar, de repente observo a una pequeña araña en lo más alto de la copa de un árbol, parecía que estaba llorando, entonces le pregunto:
-Arañita,¿ que te ocurre, por qué lloras?.
– y la arañita miro sorprendida al niño, y le contesto: Desde que nací, vivo en este árbol, y todos los días subo a la copa del árbol para poder ver el resto del mundo, pero como está tan lejos, nunca podré conocerlo…-¿y a ti qué te ocurre niño?
-No puedo volver al colegio, tengo un agujero en la maga de mi abrigo….
-No te preocupes-contesto la arañita-yo te lo puedo arreglar, pero tendrás que llevarme contigo, así podre conocer otras partes del mundo, estoy cansada de siempre vivir en este bosque.
-Me parece bien el trato, yo te llevaré siempre conmigo, en el bolsillo de mi abrigo, y tu podrás asomarte y conocer el mundo que yo conozca,
Entonces cosió en un momento el hueco de su abrigo. Las arañas son grandes tejedoras, que hacen sus casas en los sitios más caprichosos. Ellas pueden hacerlo porque tejen sus puertas y sus ventanas con una facilidad increíble. El hueco del niño era un asunto sencillo para ella.
Fue así como el niño de este cuento dio media vuelta sobre sus pasos, y con la arañita en el bolsillo, y salió corriendo para la escuela. Nunca más se perdió una clase, y siempre que se le estropeaba el abrigo su amiga la arañita se lo arreglaba.


El Satelite

Muy lejos, en medio del espacio, vivía el-sateliteTomy, el satélite, en una estación espacial. Tenía muchos amigos que también vivían allí, como las naves espaciales, los androides y los robots. Un día que Tomy, en su vuelo, pasó muy cerca de la terminal de carga interestelar, vio a su amigo Brúñete, la unidad de radar, junto a un cargamento, con aire triste y afligido.
—¿Qué pasa, Brúñete?
—Ay, Tomy, ¿no sabes la noticia? Quieren deshacerse de mí porque soy demasiado viejo. Van a quitarme el morro y emplearme como tapadera del cubo de la basura en la cantina espacial.
— ¡Es terrible, Brúñete! Hay que impedirlo.
Tomy siguió su ronda pensando en la desgracia de Brúñete, cuando al sobrevolar una luna cercana, vio algo que le llamó la atención. Parecía una nave espacial forastera. Descendió para investigar y se encontró con un cohete de gran tamaño, abollado, llorando en un rincón de un cráter.
— Disculpe usted, pero ¿por qué llora?
El maltrecho cohete miró a Tomy con los ojos llenos de lágrimas.
—Me he perdido. No sé regresar a casa. —¿Pero qué le ha pasado? Está lleno de abolladuras.
El cohete relató a Tomy su historia:
— Hace un par de semanas salí en misión hacia un lejano puerto espacial. Durante el viaje fui atacado por una banda de meteoritos que me golpearon y aflojaron mis tuercas y tornillos.


el-satelite-2Pero lo peor es que me robaron mi unidad de radar y ahora estoy perdido. ¡Nunca volveré a encontrar el camino de mi casa! —Caramba, qué mala suerte tienen hoy todos. En esto se le ocurrió a Tomy una gran idea.
Llamó por su radio a la abuela computadora, que era muy vieja y sabia y vivía en la estación espacial.
—Tomy llamando a la abuela, Tomy llamando a la abuela, ¿me recibes? Cambio.
—Abuela a Tomy, te recibo claro, cambio.
— Estoy en la luna TL57 y he encontrado a un cohete accidentado.
Tomy contó a la abuela su plan.
—Me parece una excelente idea, Tomy.
Te la haré llegar con Lineo, que era una nave de enlace. Cambio y cierro.
Unos minutos más tarde se oyó un potente silbido y Tomy voló para recibir a Lineo.


— Hola, Lineo, ¿la has traído?
el-satelite-3La nave de enlace abrió una escotilla y sacó una unidad de radar, vieja pero segura. —Hola, Tomy —saludó Brúñete, sonriendo.
Tomy comenzó a acoplar el radar al cohete. Apretó y apretó hasta que Brúñete soltó un grito de protesta. De pronto sonó un chasquido y Brúñete quedó encajado.
—Ya está —dijo Tomy.
—¡Gracias! Ahora podré regresar a casa. —Y yo no me convertiré en tapadera de un cubo de basura —dijo Brúñete. Entonces, con un gran estallido, el cohete surcó el espacio con la ayuda de Brúñete.


domingo, 25 de diciembre de 2016

¿Donde estan las llaves?

Yo tengo un castillo, matarile-rile-rile, yo tengo un castillo, matarile-rile-ron, pim-pom.
¿Dónde están las llaves? matarile-rile-rile,
¿dónde están las llaves? matarile-rile-ron, pim-pom.
En el fondo del mar, matarile-rile-rile, en el fondo del mar, matarile-rile-ron, pim-pom.
matarile-rile-rile, yo tengo un castillo, matarile-rile-ron, pim-pom.
¿Dónde están las llaves? matarile-rile-rile,
¿dónde están las llaves? matarile-rile-ron, pim-pom.


En el fondo del mar, matarile-rile-rile, en el fondo del mar, matarile-rile-ron, pim-pom.
¿Quién irá a buscarlas? matarile-rile-rile,
¿quién irá a buscarlas? matarile-rile-ron, pim-pom.
Irá Carmencita, matarile-rile-rile, irá Carmencita, matarile-rile-ron, pim-pom.
¿Qué oficio le pondrá? matarile-rile-rile,
¿qué oficio le pondrá?, matarile-rile-ron, pim-pom.
¿quién irá a buscarlas? matarile-rile-ron, pim-pom.
Irá Carmencita, matarile-rile-rile, irá Carmencita, matarile-rile-ron, pim-pom.
¿Qué oficio le pondrá? matarile-rile-rile,
¿qué oficio le pondrá?, matarile-rile-ron, pim-pom.
Le pondremos peinadora matarile-rile-rile, le pondremos peinadora matarile-rile-ron, pim-pom.
Este oficio tiene multa, matarile-rile-rile, este oficio tiene multa, matarile-rile-ron, pim-pom.