lunes, 26 de junio de 2017

Poemas de Amor y Desamor # 2

Tus bellos labios acariciaron mi boca
la cual nunca habia sido tocada
te hablo,te miro un soy tonto muchacho
 en busca de un amor no correspondido

Sigo acariciando tu cabecita pequeña
no siento problema, me siento aliviado
persisto en hablarte tu no me respondes literalmente
tomas mi mano señalando un reloj

No creo que sea tan complicado entender el tema de este asunto
el tiempo se acabo para mi no tengo oportunidad
pienso miro despierto veo mi cama 
ojala estuvieses conmigo pero tu me quieres como amigo.

Poemas de Amor y Desamor #1

Cuando veo en el pasado todo el tiempo que gaste
en una adiccion vanal la cual no pude realizar
tus ojos me guiaban en el camino que realize 
el cual no podia terminar solo ayer.

Pienso en ti todos todos los dias 
y sin embargo tu sonrisa era la que llevaba el mando de este navio
el que calló en el borde de un mar sin destino
el que no pudo ser recuperado por un perdon indebido

Finalmente no pienso en nada mas que tu
pero no puedo decir que todo lo que perdi fue en vano
 las mentiras van y vienen el perdon prevalece
 en esta histora en el que el dolor no perdona.

miércoles, 15 de febrero de 2017

La vainilla

Cuenta una antigua leyenda que hace muchos años vivió en Méjico una bella muchacha que pertenecía a una familia muy importante y rica de su ciudad. Tanto era así, que su casa era un palacio en el que gozaba de todas las comodidades y lujos que uno pueda imaginar.

Un día, Xanath, que así se llamaba, salió a pasear y conoció a un guapo joven llamado Tzarahuín. Se trataba de un muchacho pobre que vivía en una cabaña de madera cerca del bosque. Por descontado, su vida sencilla y sin pretensiones no tenía nada que ver con la de ella, que era casi como la de una princesa.



Sin embargo,  ya sabéis que el amor nace de la forma más inesperada: en el momento en que sus miradas se cruzaron por primera vez, se enamoraron perdidamente.

Cada tarde, Xanath se ausentaba de su casa con cualquier excusa y buscaba la manera de encontrarse en un lugar apartado con Tzarahuín. A medida que pasaban los días más se amaban y más deseaban estar juntos a todas horas. Xanath sabía que sus padres jamás aceptarían que se casara con alguien tan humilde que no tenía nada que ofrecerle. La única opción para disfrutar de su amor, era verse a escondidas y en secreto.

Sucedió que una tarde, después de ver a su querido Tzarahuín, Xanath  pasó junto al templo más importante de la montaña. Caminaba despacio, tarareando una linda canción y luciendo una hermosa sonrisa que reflejaba su felicidad. Para su desgracia, uno de los dioses que vivían en el templo la vio y se quedó tan fascinado por su hermosura, que también se enamoró de ella a primera vista.

Era dios de la felicidad, un ser poderoso que, de inmediato, decidió que sería su esposa a toda costa. Sin perder tiempo, salió a su encuentro y empezó a seguirla. Xanath le vio por el rabillo del ojo e intentó esquivar su presencia, pero el dios consiguió cortarle el paso y le propuso matrimonio.

 La joven, asustada, le rechazó ¡Jamás se casaría con otra persona que no fuera su querido Tzarahuín! Pero él insistió e insistió hasta la saciedad ¡No aceptaba un no por respuesta! Xanath se negó una y mil veces y al final, el dios no pudo contener su enfado y la amenazó gritando que algún día, se arrepentiría de haberle tratado tan mal.

La chica regresó a su casa muy sofocada e intentó olvidar lo sucedido. Para nada imaginaba que el dios no iba a rendirse fácilmente. De hecho, en cuanto la perdió de vista, mandó un mensajero a casa de la muchacha e invitó a su padre a visitarle al templo. El viejo se sintió muy feliz y halagado de que una divinidad tan importante quisiera conocerle y acudió a la cita vestido con sus mejores galas.

El dios de la felicidad pretendía hacer amistad con él para ganarse su confianza, así que le trató como a un rey y le colmó de regalos. Antes de despedirse, cuando ya lo tenía engatusado, le pidió la mano de Xanath. El hombre, muy emocionado, no lo dudó y prometió que su preciosa  hija se casaría con él.

Al día siguiente, fue el dios quien se presentó en casa de la muchacha. El padre le recibió con alegría y la mandó llamar. Xanath bajó la escalinata y estuvo a punto de desmayarse cuando vio que el dios estaba allí porque seguía empeñado en casarse con ella. Desesperada, se echó a llorar y no quiso ni dirigirle la palabra.

El dios, enfurecido, empezó a maldecir y juró que si no se casaba con él no se casaría con nadie  ¡Estaba que se subía por las paredes! Levantó la mano y le lanzó un conjuro que la transformó para siempre en una preciosa flor de suaves y delicados pétalos amarillos ¿Sabéis cómo se llama esa flor? Su nombre es vainilla.

Desde entonces, esta planta de la familia de las orquídeas, se encuentra en muchos lugares del mundo. De sus vainas se extrae la esencia que utilizamos para hacer los postres y helados que tanto nos gustan a niños y mayores.

¿Crees que te acordarás de la conmovedora historia de Xanath cada vez que pruebes su  dulce y delicioso sabor?…


martes, 14 de febrero de 2017

La leyenda del múcaro


Cuenta la leyenda que aunque han pasado muchos años, todavía hoy en día las aves de la isla de Puerto Rico buscan al búho ladronzuelo para pedirle que devuelva las plumas a sus legítimos dueños, pero el múcaro se esconde muy bien y ya sólo de noche para que nadie le encuentre.Cuento La leyenda del múcaro

En el inmenso planeta azul en que vivimos hay muchos tipos de búhos. Uno de los más curiosos y cantarines es el múcaro, que es como se conoce a un ave pequeña de ojitos redondos  que únicamente habita en los bosques de la isla de Puerto Rico.
El múcaro tiene una particularidad muy especial: durante el día se esconde y solo se deja ver por las noches ¿Quieres saber por qué?
Cuenta una vieja leyenda de esta isla caribeña que hace mucho, mucho tiempo, en el bosque    se celebraban fiestas muy divertidas en las que todos los animales se reunían para cantar, bailar y pasárselo fenomenal.
Cada vez que había un festejo, las diferentes especies se turnaban para organizar los múltiples preparativos necesarios para que todo saliera perfecto. En cierta ocasión este gran honor recayó en las aves.
Todos los pájaros, del más grande al más chiquitín, se reunieron en asamblea con el objetivo de distribuir el trabajo de manera equitativa. Como lo más importante era que las invitaciones llegaran con bastante tiempo de antelación, acordaron enviar como mensajera a la rápida y responsable águila de cola roja.
Encantada de ser la elegida, el águila de cola roja fue casa por casa entregando las tarjetas. A última hora llegó al árbol donde vivía el múcaro, y para su sorpresa, se encontró al pobre animalito totalmente desnudo.
El águila de cola roja se extrañó muchísimo y sintió un poco de apuro que trató de disimular.
– ¡Buenos días, amigo múcaro! Vengo a traerte la invitación para la próxima fiesta de animales.
El múcaro reaccionó con poco entusiasmo y ni siquiera se molestó en leerla
– ¡Ah, ya veo!… Déjala por ahí encima.
El águila de cola roja creyó oportuno interesarse por él.
– Perdona la indiscreción, pero veo que estás desnudo ¿Acaso no tienes ropa que  ponerte?
El mucarito se sonrojó y completamente avergonzado, bajó la cabeza.
– No, la verdad es que no tengo nada, ni un simple jersey… Lo siento mucho, pero en estas condiciones no podré acudir a la verbena.
El águila de cola roja se quedó tan impactada que no supo ni qué decir. Hizo un gesto de despedida y con el corazón encogido remontó el vuelo. Nada más regresar convocó una reunión de urgencia para relatar a los demás pájaros la lamentable situación en que se encontraba el pequeño búho.
– ¡Tenemos que hacer algo inmediatamente! ¡No podemos permitir que nuestro amigo se pierda la fiesta solo porque no la ropa adecuada!
Una cotorra verde de pico color marfil fue la primera en manifestarse a favor del múcaro.
– ¡Claro que sí, entre todos le ayudaremos! Escuchad, se me ocurre algo: cada uno de nosotros nos quitaremos una pluma, juntaremos muchas, y se las daremos para que se haga un traje a medida. La única condición que le pondremos es que cuando la fiesta termine tendrá que devolver cada pluma a su propietario ¿Qué os parece?
Si algo caracteriza a las aves es la generosidad, así que la cotorra no tuvo que insistir; sin más tardar, todos los pájaros fueron arrancándose con el pico una plumita del pecho. Cuando habían reunido unas cincuenta, el águila de cola roja las metió en un pequeño saco  y se fue rauda y veloz a casa del múcaro.
– ¡Toma, compañero, esto es para ti!  Entre unos cuantos amigos hemos juntado un montón de plumas de colores para que te diseñes un traje bonito para ir a la fiesta.
El múcaro se emocionó muchísimo.
– ¿De veras?… ¡Pero si son preciosas!
– ¡Sí lo son! Puedes utilizarlas como quieras pero ten en cuenta que tienen dueño y tendrás que devolverlas cuando termine la fiesta ¿De acuerdo?
– ¡Oh, por supuesto! ¡Muchas gracias, es un detalle precioso! ¡Ahora mismo me pongo a coser!
El múcaro cogió aguja e hilo y durante una semana trabajó sin descanso en el corte y confección de su traje nuevo.  Se esforzó mucho pero mereció la pena porque, la noche de la  fiesta, estaba perfectamente terminado. Se lo puso cuidadosamente y cómo no, se miró y remiró en el espejo.
– ¡Caray, qué bien me queda! ¿Son imaginaciones mías o es que estoy increíblemente guapo?
No, no eran imaginaciones suyas, pues en cuanto apareció en el convite, su aspecto causó verdadera sensación. Muchos animales se acercaron a él para decirle que parecía un auténtico galán y las hembras de todas las especies se quedaron prendadas de su elegancia. El múcaro estaba tan orgulloso y se sentía tan atractivo, que se dedicó a pavonearse por todas partes, asegurándose  de que su glamour no pasaba desapercibido para nadie.
Vivió una noche auténticamente genial, charlando, bailando y comiendo deliciosos canapés ¡Hacía años que no disfrutaba tanto! Pero nada es eterno y cuando la fiesta estaba llegando a su fin, empezó a agobiarse. Sabía que se acercaba la hora de devolver las plumas y le daba muchísima rabia. Ahora que tenía una ropa tan bonita y que le sentaba tan bien ¿cómo iba a desprenderse de ella?
Los invitados comenzaron a irse a sus casas y pensó que pronto no quedaría nadie por allí. En un arrebato de egoísmo e ingratitud, decidió que lo mejor era escabullirse por la puerta de atrás sin devolver las plumas. Miró a un lado y a otro con disimulo, se dirigió a la salida sin llamar la atención, y se internó en el bosque.
Poco después, la orquesta dejó de tocar y los camareros comenzaron a recoger las bandejas de pasteles donde ya solo quedaban las migas ¡La fiesta se daba por terminada!
Los pájaros que habían cedido sus plumas tan generosamente buscaron al múcaro por todas partes, pero enseguida se dieron cuenta de que el muy pillo se había esfumado. Esperaron un par de horas a que volviera e incluso alguno salió en su busca, pero nadie fue capaz de localizarle, ni siquiera en su hogar, cerrado a cal y canto.  Del múcaro, nunca más se supo.